domingo, 26 de enero de 2014

Experta en tus lunares.

Suele pasarme que cuando me preguntan qué quiero ser de mayor,
antes que feliz,
pienso en tuya.

Porque no imagino mejor estudio que el de tus maneras,
ni más expectante lectura que la de las lineas de tus manos
tocándome a escondidas.
Resolver ecuaciones en tus labios 
tan solo sería cuestión de práctica.
Y créeme que practicaría con ganas.

Estudiaría arte para dibujar tus desnudos,
aunque seguro que ésa sería mi asignatura pendiente
porque dudo ser capaz de no perder el control frente a semejante
perdición.

Pero ese curso lo repetiría con buen gusto
una
y
otra
vez.

Aún así, me encantaría estudiar con detalle cada tema de tu anatomía.
Desde las puntas de tus rizos hasta los dedos de tus pies fríos,
y me comprometo a perderme entre tus piernas.

Y tus piernas...
Bueno, estoy segura de que sacaría matrícula en la carrera de tus piernas.

Lengua y literatura sería mi asignatura preferida.
Qué mejor delirio que conocer tu lengua al detalle
y morderla mientras te leo en Neruda, Becquer o Celan.

Y es por esto,
mi amor,
que no puedo imaginarme mi futuro sin tus idas y venidas,
tus a veces sí, a ratos no.

Debes creerme cuando te digo que eres la piedra más dulce con la que jamás he tropezado,
y que volvería a caer sobre ti una y mil veces más,
aún con las rodillas raspadas y el amor desgastado.
Porque no quiero que llegue el día que deje de sacrificar margaritas
probando, inútilmente, si realmente me quieres.

Qué va a ser de mí el día que no odie a aquella rubia
por tener más facilidad con tu sintaxis
y dárselas de empollona.

Pero quiero que sepas qué haría trampas si fuese necesario
porque nadie desea (a)probarte con tanto ímpetu
como lo hago yo.

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